Mientras sentado estaba, el ruido giraba a mi alrededor,
muchas voces se escuchaban, susurraban por pura diversión.
Rompí las reglas inmunes, destrozando la puerta al salir de la habitación,
puse en mí una sonrisa, ignore lo que decían, decidí seguir el latido de mi corazón...
Abraham.
Gracias por hacer lo que casi nadie hace: confiar en mí. Por darme ánimos, por permanecer conmigo a través del tiempo y los kilómetros. Gracias por todo. No podría decirte algo diferente a lo que tú me dices a mí: SIGUE TUS SUEÑOS. Obtén la valentía para hacerlo, porque dicen por ahí, para hacer feliz hace falta coraje. Es parte de ti, y eres genial tal y como eres; no permitas que esa persona que hay ahí dentro se altere al quedar incompleta. Eres muy importante para mí; te quiero, y nadie podría reemplazarte. Tú sabes bien quién eres.
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